No me mires,
con tus retinas las formas inocuas de decir adiós se esfuman,
son aleteos salvajes queriendo huir de tus labios,
entre perdidos gimen,
mientras se abren paso al sol.
No me hables,
las palabras ya dagas son,
y como vampiros se chupan una a una los respiros,
para clavarse profundo y dejar heridas inconmensurables
del océano de este amor.
No me escribas,
ni rayes el muro de mis pensamientos,
con letras oscuras, negras y marrones,
levantadas en desiertos blancos a la espera de ser muralla,
para encerrar cada recuerdo en un gris etéreo y extrañado,
en un blanquecino mortuorio de desolación.
No me digas adios... solo eso te pido.
vete con tu sombra y arrastra con tu caminar cada momento,
como un trasteo de rocas que no pienso cargar,
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