miércoles, 25 de septiembre de 2013

toc, toc ... ¿Quién es?

¿Quien osa despertar mis sueños y creer que con su voz les da poder?
esos pequeños esclavos no son mas que míos,
los aquieto contándoles historias sin final ,
esperando que se duerman y piensen que soy su rey.

Esa voz tenue que se disfraza de radio,
de imagen animada y se cuela por entre sus cuencas vidriosas,
con escotes grotescos y entrepiernas claras,
con sexualidad y poder.

Los acaricio como tiernos polluelos,
mientras adobo sus carnes para que sean blandas para el mercado,
y así sus tristezas y ambiciones los hagan caer,
en este laberintos de deseo y deudas sin pagar.

Ellos abren sus bocas esperando recibir el poder luminoso,
tener casa, carro y beca... sintiendose en la cima,
cuando apenas puede asomar su cabeza en medio del desastre que llaman nación.

Pero yo soy su nación,
la creación de sus próceres,
de sus credos y sus malditos sueño de caucho y café,
convertidos ahora en droga, prostitución y lavado.

Un mundo que los engulle y no les permite ver,
que los rodea con reinados, fútbol y modelos,
en medio  de novelas de medio pelo,
y chistes que se desangran en cadáveres ocultos por la noche.

Esos que mi violencia devora noche tras noche,
como la bestia que se consume a sus crias,
para cobrar el pago por su indecencia y dependencia,
por su deshonra y dolor.

Por Renzo Corredor

martes, 17 de septiembre de 2013

Pequeño Destructor

Solo cuando arrancas tus pies que han echado raíces,
y temes a los asteroides de tus odios,
pensando que todos aquellos maniquís que tienes por compañeros,
reventarán sus cerebros de tanto pensar...de tanto odiar.

Así que corres creyendo que huyes,
pero solo caminas lento hasta la tumba,
queriendo devorar los anillos de saturno,
mientras las sirenas deseosas te maldicen.

Es ilógico pensar que la lógica te salve,
solo mentiras con tinta y luz,
son solo el deseo de creer en el control,
y pensar que todo pasa por algo.

Pero te detienes y miras al espejo,
todo te sabe a nada y la nada se te mete por la garganta,
esa que te inunda con un azul indecible,
y piensas morir callado en cualquier esquina,
mientras mendigas monedas en miradas...
mientras te pudres en tu ser.

¿Acaso esto es vida?
¡No!... es solo un momento inocuo que va a pasar,
súbete al barco y deja que la corriente te muestre...
que detrás de la tormenta hay un valle de luz,
con flores carmesí y paz para tu alma cortada por el desespero.

Por Renzo Corredor