¿Quien osa despertar mis sueños y creer que con su voz les da poder?
esos pequeños esclavos no son mas que míos,
los aquieto contándoles historias sin final ,
esperando que se duerman y piensen que soy su rey.
Esa voz tenue que se disfraza de radio,
de imagen animada y se cuela por entre sus cuencas vidriosas,
con escotes grotescos y entrepiernas claras,
con sexualidad y poder.
Los acaricio como tiernos polluelos,
mientras adobo sus carnes para que sean blandas para el mercado,
y así sus tristezas y ambiciones los hagan caer,
en este laberintos de deseo y deudas sin pagar.
Ellos abren sus bocas esperando recibir el poder luminoso,
tener casa, carro y beca... sintiendose en la cima,
cuando apenas puede asomar su cabeza en medio del desastre que llaman nación.
Pero yo soy su nación,
la creación de sus próceres,
de sus credos y sus malditos sueño de caucho y café,
convertidos ahora en droga, prostitución y lavado.
Un mundo que los engulle y no les permite ver,
que los rodea con reinados, fútbol y modelos,
en medio de novelas de medio pelo,
y chistes que se desangran en cadáveres ocultos por la noche.
Esos que mi violencia devora noche tras noche,
como la bestia que se consume a sus crias,
para cobrar el pago por su indecencia y dependencia,
por su deshonra y dolor.
Por Renzo Corredor
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