lunes, 1 de junio de 2015

En la tormenta

Muchas veces me hablaron de esos días,
en que el sol no sale y solo nubes negras con rayos de fuego caen,
días en que solo es noche,
noches eternas y oscuras.

Pero aquí están,
como asesinos esperando a que abra la puerta,
un león tan grande como una ballena,
pero tan diminuto que no logro sacar de mi ser,

Esa fiera a la que llaman miedo.
se encierra entre mis entrañas y no me deja el aire,
me corta con sus uñas y espera que mis lágrimas se escapen,
ese sentimiento modificado ante un espejo curvo,
volviéndose miseria y tristeza.

Ese dolor hoy me acompaña,
se agazapa como una sombra en mis ojos y me impide ver,
se envuelve con mis sueños y los convierte en pesadillas,
me oculta el camino que ahora se ve perdido,
en un eterno bosque de espinas sin rosas.

No me queda nada,
solo meditar en silencio,
dejar que la tormenta pase,
y esperar a la calma.

No existe creencia ni divinidad que pueda contra ella,
por que es propia del devenir de este valle de lágrimas,
solo me queda guardar en lo mas profundo,
una pequeña llama tan diminuta como un alfiler,
donde esa niña de ojos brillantes y sonrisa eterna,
no deja de cantar con alegría.

Esa niña a la que muchos llaman Fe.

Por Renzo Corredor