viernes, 29 de abril de 2016

Vientos en contravia



Vivir y morir,
despertar para acostarse,
todo es un ciclo,
en un inmenso reloj invisible
que se desplaza lento por las calles vacías
de una ciudad con senos.

Dulce y descasada,
la vida comienza como un sueño,
te hace vivir en colores durante la infancia,
formando tus terrores y amores.

Ardiente y sedienta,
durante la juventud te hace buscar eso que te falta,
ansiedad que nunca termina,
sed sin bebida en mil gargantas secas.

Alivianada o pesada,
según como hayas escogido en la adultez,
tu vida puede ser una billetera llena o una cabeza soñadora,
ambas aprisionan esos sueños hasta sacarles el jugo contra la pared,
es el momento en que todo se define,
pero no sirve de nada.

Seca y sola,
la vejez llega una mañana,
rasguña tu cara,
pero te hace sonreír si viviste con fe y sin murallas en tu cabeza,
te maldice y aprisiona si en tu corazón un hierro retorcido arde,
el remordimiento de decir: "lo pude hacer".

Oscura la mujer de piernas flacuchas y sensuales,
te cubre con su dulce cuchillo,
mostrándote que el reloj es una inmensa ruleta,
donde tu cabeza rebota y una voz grita:
¡vuelve y juega!

Por Renzo Corredor

lunes, 25 de abril de 2016

Rasgando mi alma



He dejado el hombre viejo y moribundo,
ahogado en su sangre,
nadando en su poco dolor,
pero si allí lo deje.

Maldito!!! grite con todas mis fuerzas,
arrancando mi piel a jirones,
dejando visible las alas que guardaban mis costillas,
y el fuego de mi corazón se comió la poca carne que quedo.

Y si allí lo deje,
en mitad de un desierto de arenas blanquecinas,
donde el sol solo amanece para morir a media mañana,
dejando en penumbras los bosques cadavéricos de mil arboles sin hojas,
donde solo habitan mis temores con forma de osos araña,
esos que se comen las serpientes de fuego,
para mantener algo de calor.

Allí lo deje,
¿hace cuánto?
no lo se,
solo espero que su aullido y coro de llanto,
muera con su sombra.

Hoy amanece de nuevo,
un sol moribundo que muere a media mañana,
Yo... frío y cadavérico lo miro...
antes de que aquel me abandono.

Por Renzo Corredor

miércoles, 13 de abril de 2016

Maldición púrpura



Son muchos los cuerpos que hoy son abono en la tierra,
miles de sombras que ya no se proyectarán,
cientos de sonrisas que sólo se escucharán en las casas olvidadas de cualquier rincón,
decenas de miradas... de seres que ya nadie recuerda.

Hoy el viento es su voz,
y aunque callado se mueve por entre las ramas,
no deja de gemir con pesar,
un pesar que ya no tiene llanto,
al que muchos llaman olvido, al que mucho temen como a la muerte.

En el ayer los recuerdos han quedado,
mientras los huesos se vuelven polvo,
y con ellos se esfuma el último gemir,
lo último que se consume,
lo último que se añora.

Sombras y sus muertos pululan por la tierra,
hoy sus voces y canciones son un viento,
que se mueve silencioso entre las ramas,
que nunca dejan de decir adiós.

Por Renzo Corredor