lunes, 25 de abril de 2016

Rasgando mi alma



He dejado el hombre viejo y moribundo,
ahogado en su sangre,
nadando en su poco dolor,
pero si allí lo deje.

Maldito!!! grite con todas mis fuerzas,
arrancando mi piel a jirones,
dejando visible las alas que guardaban mis costillas,
y el fuego de mi corazón se comió la poca carne que quedo.

Y si allí lo deje,
en mitad de un desierto de arenas blanquecinas,
donde el sol solo amanece para morir a media mañana,
dejando en penumbras los bosques cadavéricos de mil arboles sin hojas,
donde solo habitan mis temores con forma de osos araña,
esos que se comen las serpientes de fuego,
para mantener algo de calor.

Allí lo deje,
¿hace cuánto?
no lo se,
solo espero que su aullido y coro de llanto,
muera con su sombra.

Hoy amanece de nuevo,
un sol moribundo que muere a media mañana,
Yo... frío y cadavérico lo miro...
antes de que aquel me abandono.

Por Renzo Corredor

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