miércoles, 27 de mayo de 2015

Entrepierna

El amanecer nos descubre,
juntos atravesados por una pasión como lanza,
mezclados entre almíbar de sal y sudor,
refundidos entre nuestro calor al desnudo.

Dejas que tu pecho sea un solo tono al mío,
permites que mi ser se adentre,
y entre a tu puerta carmesí,
a tu ser de calores y frescores.

Todo en un solo aliento,
como una fotografía borrada por el calor,
como una gota que se confunde con el mar,
donde nuestras sombras se borran entre sabanas.

Solo el gemir constante hace eco,
y un movimiento rítmico en variadas posiciones,
nos indican que somos adictos,
al deseo, a la penetrante furia de la belleza.

Caliente me muerdes,
me aruñas y tus piernas se cierran en torno a mi cintura,
ardiente te devoro a besos con la lengua sedienta,
dejas que me alimente, que respire tu aroma.

Abandonas tu ser y se abre para mi,
mientras nuestras carnes se calcinan,
y nos olvidemos de todo.

Amanece y el sol nos descubre...
¿por que no hacerlo otra vez?

Por Renzo Corredor

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